Mis hijos me dejaron sin trabajo

Mis hijos me dejaron sin trabajo

Vivimos muchos duelos a lo largo de la vida: cuando un ser querido muere, cuando un ciclo termina o cuando una etapa se convierte en algo más. Para honrar esta nueva en mi vida etapa, te voy a platicar del último duelo que viví.

Hace 20 años nació nuestra primera hija y con ella un tipo de amor que no sabía que existía y que me dio una idea de lo que siente Dios por nosotros. Con dicha y convicción mi mundo entero comenzó a girar alrededor de ella. Tres años más tarde nació quien completó nuestra familia: nuestro hijo llegó al mundo para que yo descubriera que no hay límites para el amor y para amar. Y así, ser la mamá de estas personitas se convirtió en lo principal de mi vida.

Cuando ellos tenían 4 y 7 años, regresé a trabajar y, aunque disfrutaba mi trabajo, mi enfoque principal era ser su mamá.

Así pasaron años hasta que un día desperté y los vi de mi tamaño. Mi casa ruidosa, llena de risas, juegos y juguetes se quedó en silencio. Mis hijos crecieron y comenzaron a tomar sus propias elecciones sin incluirme, como manejar, trabajar, novios, amigos, deportes, salidas, viajes.

Sin que me diera cuenta, aquello a lo que había dedicado tanto tiempo, amor y energía, dejó de existir como lo conocía. La mamá de los niños se quedó sin trabajo.

Quisiera decir que lo manejé muy bien. La verdad es que fue tan fuerte para mí que, para mitigar la tristeza, me hice de un tercer perro: un cachorro a quien le podía dar todo lo que mis hijos ya no requerían.

Sin embargo, este momento era un duelo y, como tal, era como una astilla en un dedo: todo el tiempo sentía su escosor y solo se aliviaría hasta que "lo sacara". Así que puse manos a la obra y ahora te comparto los pasos que seguí para trascenderlo, deseando que te ayude a pasar por esa etapa que a todos los que somos padres nos tocará vivir:

  1. Toma tiempo para volver a conectar contigo.

    Lo primero que noté fue que la última vez que me puse completa atención en un tema que sólo me incluyera a mí, había sido hace más de 20 años. Así que lo que hice fue preguntarme: ¿Qué quieres? ¿Qué te gustaría?¿Qué requieres para estar mejor? Me volví a escuchar y a recordar que existo. Me dije: "Ana tiene sueños, planes y trabajo interior y serán de mí y para mí."

  2. Diseña la nueva etapa.

    La palabra duelo tiene una carga emocional tan pesada, que, aunque no nos demos cuenta, nos hacen sentir lentos, sin ganas de salir o hacer mucho para poder ir hacia adentro y, entre otras cosas, replantearnos la realidad con base en los cambios que están sucediendo. En mi caso, hizo falta una determinada intención para poner en acción esos gustos y deseos que identifiqué, que incluían también tomar más tiempo para salir en pareja e identificar cómo conectar con mis adolescentes y dar la guía que requieren, etc.

  3. Date permiso de sentir

    En este espacio donde la acción nos cuesta, elegí, además de diseñar la nueva etapa, algo que, me parece, es lo más importante: honrar, despedir y cerrar la etapa que concluyó.

    Sólo podrrás cerrar con paz si te permites sentir tristeza, enojo, frustración, culpa, arrepentimiento. Eso sí, siempre con todo amor y comprensión a ti; sin regaños, evasión o juicios.

  4. Descubre si hay algo lastimando tu corazón

    Estos procesos son una maravillosa oportunidad para reconocer aquello que vivimos en otros tiempos y que hoy nos estorba para estar bien.

    Haz espacios de silencio para escucharte y descubrir qué esta pasando en tu ser durante toda esta etapa.

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Recuerda que este es tu proceso. No lo expreses en crisis con tus hijos, porque no es su trabajo darte contención. Tampoco lo vivas en soledad. Compártelo con tu pareja, con un amigo o con un terapeuta. Para que sea más fácil trascender el duelo, tu sistema nervioso autónomo requiere relajarse y saber que estas a salvo y eso sucede con la conexión persona a persona.


En la segunda parte, hablaré de los adolescentes.